Horno tradicional ubicado en el Cabanyal desde 1886. Probablemente el comercio más antiguo del barrio y de los de Valencia. Regentado por Juan José Rausell López desde 1995, año en que se jubila su padre, representa a la quinta generación de maestros panaderos.
«La tradición panadera en nuestra familia se remonta oficialmente a 1886. Digo oficialmente porque es la fecha desde la que se tiene constatado documentalmente en la Cámara de Comercio. Generaciones de panaderos de mi familia me han precedido y creo que yo he transformado radicalmente el concepto en mi negocio sin perder la esencia de la tradición” nos cuenta Juanjo Rausell.
Su historia comienza cuando sus bisabuelos paternos que venían ambos de generaciones de panaderos. El abuelo de la zona de Campanar y la abuela de la zona de Pelayo, actualmente dos barrios de Valencia, aunque Campanar en sus orígenes era una población diferenciada de Valencia. Cuando se casaron se trasladan a la zona del Cabanyal y empiezan su andadura propia, quedándose un horno en traspaso (ficha, se le llamaba en esos momentos) en la calle La Barraca. Al poco tiempo lo vuelven a traspasar para comprar ya en propiedad el horno de la calle Los Ángeles, el ya conocido por el Horno del Abuelo y que se convertiría años más tarde en un referente en el barrio. A medida que se suceden generaciones de la familia, es en 1996, cuando Rausell asume la gerencia.
“Mis dos obsesiones, que aún hoy me impulsan, es que mis clientes tengan mucho dónde elegir y que ningún cliente se quede sin pan”.
“Los inicios han sido duros como en todos los aspectos de la vida en los que se requiere mucho trabajo y paciencia para ver los frutos de un proyecto que en 1996 todavía desconocía su alcance. Trabajé sin descanso ni días libres durante un año entero con la ayuda de dos operarios y una dependienta. Me esforzaba muchísimo por tener un mostrador ya entonces, de lo mas apetitoso y lleno posible. Mis dos obsesiones, que aún hoy me impulsan, es que mis clientes tuvieran mucho dónde elegir y que no hubiera ni un cliente que viniera a por pan y no hubiera. Es decir, mostrador lleno y pan de sobra. Quizá alguien pueda pensar que no fue (o no es) de las mejores decisiones empresariales, sin embargo, a la vuelta de casi veinticinco años el tiempo me ha demostrado que fue todo un acierto” recuerda.
En poco más de dos años amplia el negocio y alquila un local cercano, en el Barrio vecino de Llamosí, para montar una pastelería. No había nada en aquella zona y apuesta por crear un punto de venta de pan con obrador de pastelería. Se consolida en pocos años y, actualmente, veintiún años después, sigue siendo un exponente de La Tahona del Abuelo.
Posteriormente, abre un local en pleno centro de Valencia, en Plaza España. Lo que en principio era una experiencia nueva, resulto que complementaba muy bien lo que es mi oficio, panadero-pastelero, con algo de cafetería.
“Este local nos dio mucha visibilidad y aunque antes de este año, la Tahona del Abuelo ya era un referente de panadería artesana con solera en Valencia, por sus productos centenarios y su larga tradición, la apertura de este nuevo local sirvió para visibilizarla” recuerda.
La Tahona Va i Ve nace con la finalidad de crear un producto 100% valenciano. Un sello de calidad para exportar la marca turística gastronómica de Valencia en el ámbito de la panadería y pastelería.
“Coincidió también con la apertura de la web y las redes sociales de las que se encarga mi mujer. He de hacer un inciso, en este punto, y es que sin el apoyo y trabajo de mi mujer desde los inicios de mi andadura en solitario todo lo que he desarrollado y conseguido no habría sido posible. Proyectos, iniciativas, suplencias, supervisión de personal o marketing, son muchas las áreas donde la mano de mi mujer ha sido fundamental” añade.
Cuatro años más tarde y sin tenerlo previsto, un horno de los antiguos, amplios y con licencia de actividad se cierra por jubilación y esto les abre una nueva oportunidad para conseguir un obrador más grande con capacidad para el volumen de trabajo que habían alcanzado. Los tres obradores, que cuenta con una plantilla de más de treinta trabajadores, se han diversificado y especializado en los diferentes productos que ofrecen a sus clientes, panadería, bollería y pastelería y que elaboran diariamente.
Selección de clientes
«Intentamos rodearnos de clientes con los que al final tienes una afinidad en cuanto al objetivo que buscas, como la calidad, el cuidado del producto, el respeto por el consumidor” nos explica Juan José. De esta forma surge la colaboración con dos Mercados Municipales, el Central y el de Ruzafa, a través de dos panaderías que venden exclusivamente productos de La Tahona del Abuelo.
La Tahona del Abuelo en el Mercado Central, es un referente para muchos consumidores, turistas y clientes que buscan productos de calidad y con la que tenemos una relación muy estrecha. Y por otro lado, La Tahoneta de Ruzafa en el Mercado de este barrio, aunque de apertura más tardía ha crecido muy rápido y también se ha consolidado.
De igual forma, cuenta con sus clientes de la restauración, que les une ese feeling que necesitan para conectar y estar a gusto. “Algunos se han convertido en grandes amigos y otros cuentan con todo nuestro respeto, desde la alta restauración hasta bastantes bodegas, bares y pequeños restaurantes de nuestro barrio que respetan el pan y quieren lo mejor para sus clientes” señala. “Todos nuestros clientes tienen un denominador común y es que buscan la calidad; son clientes muy bien informados en su mayoría y que saben lo que quieren comprar” finaliza.
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