Claves para ser un buen vendedor

El Club Richemont, centro de excelencia en panadería, ha elaborado un código de conducta sobre cuales son los principios básicos que un comerciante debe tener en cuenta a la hora de vender un producto. Desde Panorama Panadero creemos que un buen vendedor es, dentro de la cadena, un eslabón determinante a la hora de lograr la notoriedad. Analizamos las claves para que el éxito esté asegurado.



A la hora de proceder a la venta de un producto, el cliente es la persona más importante, esta figura es la que determina la calidad, transmite una marca que puede ser positiva o negativa, es el patrón o portador de ideas, y por último, es el objetivo y propósito de la empresa.
En el otro lado de la balanza se encuentra el vendedor en el que se tienen que dar una serie de requisitos imprescindibles para que la relación funcione y que quedan resumidos en los siguientes puntos: un conocimiento profesional basado en la experiencia y en la satisfacción unido a una buena presentación y unos buenos modales que favorezcan la posibilidad de aconsejar de la mejor manera posible al cliente. A esto hay que añadir una sonrisa y la confianza ante una posible venta.

La persona que hay detrás del mostrador no sólo debe dispensar pan, sino venderlo.

Cuando un posible comprador entra en la panadería, la primera impresión es la que cuenta por lo que, lo primero de todo, es imprescindible establecer un contacto visual con el cliente en donde la sonrisa adquiere una importancia absoluta. Hay que demostrar a esta persona que nos gusta el trabajo que estamos realizando con una actitud positiva lo que generara un efecto de carácter retroactivo. La higiene juega un factor primordial en donde se deben evitar los aromas y olores corporales desagradables. El uniforme o la ropa de trabajo deben ser la correcta con las manos cuidadas y el pelo arreglado.
La primera impresión es tan importante como la última por lo que no se debe olvidar: sonreír, mirar al cliente a los ojos y tomarse el tiempo necesario para despedirse. Dentro de estos modales, hay que destacar, que la persona que se encuentra detrás del mostrador se tiene que sentir importante por lo que mientras le atendemos debemos estar únicamente a su servicio, y este debe percibirlo incluso si hay otros clientes a su alrededor. Por supuesto, debe ir acompañado de una educación irreprochable y en el que la paciencia debe ser una de las mayores virtudes que hay que mostrar en muchas ocasiones.

¿En qué puedo ayudarles?
En el proceso de compra nos podemos beneficiar de una serie de preguntas que determinarán que es lo que quiere el cliente. Estas cuestiones pueden ser abiertas que constituyen la pieza central en la conversación de una venta y las especificas que nos ahorraran tiempo y nos permitirán comprender lo que realmente desea el cliente. Pero para poder aconsejar es necesario primero tener un conocimiento técnico de los productos que queremos vender, cuales son sus ventajas, si contamos con algún producto único, especialidades e innovaciones que suponen una ventaja única y que nos diferenciarán de la competencia, así como la ubicación que tienen estos productos, la composición, su precio o el empaquetado correcto de los mismos. La venta debe ser cerrada con una pregunta como por ejemplo ¿le apetece otra cosa? ¿desea probar este producto? o el caso de las degustaciones que pueden generar una venta adicional que aunque no debe ser lo prioritario puede ayudar al negocio. En una palabra, los buenos vendedores no venden, satisfacen los deseos de los clientes.
Por último, en la despedida, todos los usuarios deben ser tratados de la misma manera con un tono amable y natural en el que se debe nombrar al cliente por su nombre y debe ir acompañado según el momento del día por un buenos días o tardes/ buen fin de semana o buenas vacaciones.
No debemos olvidar que la panadería es un negocio, y que como tal, su objetivo es vender los productos que en ella se ofrecen por lo que la persona que hay detrás del mostrador no sólo debe dispensar pan, sino venderlo.

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