Luis Planas, Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA)
Hemos redescubierto el valor que tiene hacer pan, que no es mezclar ingredientes sin más, sino invertir trabajo, paciencia, ilusión y cultura para obtener un producto en el que la sociedad reconoce desde antaño estos valores, que también son los de la profesión panadera. También hemos vuelto a descubrir a los profesionales, a los maestros panaderos, que nos han ofrecido no solo su mejor trabajo, también su esmerada atención. Para preservarlos y conseguir que la “fórmula magistral” que se esconde tras una barra o una hogaza sirva de modo de vida a los miles de trabajadores de la panadería. El Gobierno de España aprobó hace un año la Norma de Calidad del Pan, cuyos efectos incentivadores del consumo y de la economía veremos poco a poco.
El pan ha estado siempre detrás del progreso de la humanidad, dando soporte a sus necesidades y conformando una cultura antiquísima que pervive en nuestra conciencia colectiva y aflora especialmente en las épocas de crisis. Lamentablemente, la pandemia ha impedido disfrutarlo en el canal Horeca durante varias semanas. Pero el tiempo que los españoles han dedicado a disfrutarlo en el interior de sus hogares ha facilitado una mayor presencia del pan, que ha crecido un 8% en las primeras semanas y ha llegado hasta el 16,8% en todo el periodo del confinamiento.
Por su parte, la ciencia nos dice que en una dieta sana y equilibrada al menos la mitad de las calorías han de provenir de los hidratos de carbono. Y, sabemos también, que el pan es un alimento que no contiene apenas grasas y que incluye los nutrientes básicos para el organismo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir 250 gramos al día (entre 40-50 gramos por comida). Eso significa un consumo anual recomendable de unos 90 kg, cantidad alejada del consumo medio en España, que es de 31,08 kilos de pan al año en el hogar y 4,5 fuera de este. Aumentar el consumo de pan contribuye al cumplimiento de los objetivos nutricionales y a evitar posibles desequilibrios en este aspecto.
Si además tenemos en cuenta que el consumidor actual está cada vez más formado, es más exigente con la calidad y tiene una creciente conciencia medioambiental, lo que le lleva a solicitar una completa información sobre los alimentos que adquiere, se entenderá la necesidad que había de actualizar la normativa que regula la producción y venta de este producto, pues la de 1984 presentaba notables síntomas de obsolescencia.
Así, en abril de 2019 fue aprobada la Norma de Calidad del Pan, que adecuaba la producción y venta de este alimento a las actuales demandas del mercado. Además, de eliminar las restricciones que pudieran situar a los operadores españoles en desventaja frente a productores de otros Estados de la Unión Europea. Asimismo, garantiza unas condiciones de competencia equitativas que contribuyen a mejorar la competitividad del sector, a potenciar la innovación y el desarrollo de nuevos productos y a proporcionar la información adecuada al consumidor.
También permite influir en la toma de decisiones de este último para, entre otras cuestiones, revertir la tendencia decreciente de compra poniendo el foco en lo que más le interesa: la salud, la transparencia y la calidad. Así puede adquirir productos de calidad, perfectamente caracterizados y etiquetados para facilitar una compra fundamentada.
Y, por primera vez en España, se han introducido, dentro de una norma de calidad de un alimento, elementos de fiscalidad positiva. De esta manera, panes nutricionalmente más completos se benefician del tipo de IVA reducido (4%) frente al que tenían anteriormente (10%).
Desde su entrada en vigor, el MAPA ha llevado a cabo un intenso trabajo con las autoridades competentes para conseguir la mejor aplicación posible. Como siempre hay margen de mejora para verificar el cumplimiento de la norma tanto a los consumidores como a los operadores del sector. Los primeros pueden disfrutar de un alimento esencial en nuestra cultura gastronómica, nutritivo, sabroso y variado. Los segundos cuentan con un conjunto de criterios normativos aliado con sus objetivos de rentabilidad y sostenibilidad económica, social y ambiental.
A la postre, todos podemos sentirnos orgullosos de una reglamentación que ha sentado un precedente legal entre las normas de calidad de los alimentos y que contribuirá sin duda a mejorar la percepción social de este viejo alimento y su posición en el mercado.
Algo, por cierto, en lo que Panorama Panadero lleva ya 45 años trabajando. Vuestra labor ha impulsado efectivamente la modernización y el progreso del gremio y eso os hace merecedores de todo nuestro reconocimiento y agradecimiento. Mi más sincera enhorabuena.