Panecillos de San Antón

El 17 de enero, tal y como marca la tradición, San Antón volverá a pasear por las calles de Madrid junto a su séquito de cuatro patas. Como cada año, durante la festividad del patrón se rendirá homenaje a los animales en general.


Fotos cedidas por Pastelería El Riojano

Una de las muchas tradiciones populares que rodean este día tan especial es comer los típicos panecillos de San Antón, cuya denominación se debe a los panes que comía este santo, apasionado de los animales, en sus largos períodos de ayuno. Los fieles se los ofrecían a San Antonio para que bendijese a sus animales y los protegiese de las enfermedades. 

Los panecillos de San Antón (denominados igualmente panecillos del santo) son una especie de pastas de aspecto seco, redondas y de un tamaño que no llega a sobrepasar los diez centímetros de diámetro que se ofrecen en las pastelerías madrileñas en fechas cercanas a la celebración de San Antonio Abad. En cada una de las elaboraciones se estampa con un molde una especie de cruz que le da a los panecillos una forma característica. La iconografía lo refleja, representando con frecuencia a Antonio con el hábito negro de los Hospitalarios y la tau o la cruz egipcia que vino a ser el emblema como era conocido y que se encontraba por regla general representada en la túnica. Es habitual que los panecillos se bendigan, cosa que se hace en algunas pastelerías. Es frecuente encontrarse que los panecillos no tengan ningún glaseado, pero se han popularizado versiones con diferentes sabores.

San Antonio Abad, conocido con San Antón, es patrono de los ganaderos, veterinarios y protector de los animales.  Se retiro a la soledad, y la oración, el trabajo manual y la lectura fueron su principal ocupación, hasta que abandonara su celda en la montaña para fundar un monasterio en Fayo. El pan de San Antón se denomina así por los panes que consumía el santo ermitaño como única comida diaria, en su retiro de la montaña luchando contra las tentaciones. 

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