Cristo y Yaiza, cuarta generación, celebran el centenario del negocio familiar con la misma pasión por la profesión y la recuperación de procesos del pasado entre una amplia variedad de panes.
Los inicios se remontan a 1923 en la zona conocida como «El Mesón», en el barrio de La Lechuza en la Vega de San Mateo (Gran Canaria), cuando Francisco Pulido (“Panchito”) y Dolores Domínguez («Lolita») elaboraban pan en casa en un pequeño horno de piedra. Eran tiempos adversos, donde los vecinos se ayudaban unos a otros mediante el intercambio de alimentos. Rápidamente el pan de la familia Pulido coge fama en la zona, y es aquí, donde comienza un largo camino.
De ese matrimonio nace la segunda generación Francisco, Antonio, Pino, Antonia, Adelaida, Maximino, Eugenia, Nicanor y Adelina, los cuales trabajan mucho para salir adelante, en la España de los años 40-50. Todos ellos se criaron al pie del horno, ayudando en la elaboración del pan. Diariamente se repartían las tareas, unos iban a buscar leña, otros llevaban el trigo al molino, otros traían agua de los nacientes cercanos y los más mayores repartían el pan a los vecinos, siendo el burro el método de transporte, animales que conocían perfectamente el camino que tenían que trazar diariamente. Ya por los setenta toman las riendas del negocio la tercera generación, tocándoles el turno, a los hijos de Adelaida. Juan, Francisco y Nicanor, son ahora los hermanos Rodríguez Pulido, quienes, con mucho esmero, dedicación y trabajo empujan a esta pequeña panadería al centro del municipio de la Vega de San Mateo, modernizándola y haciéndola crecer. Corren los años 80 y es cuando nace el pan Montañero, pan Redondo en Cruz, pan de Papas, pan Bizcochado de Bola con matalahúva entre otros, panes, que siguen presentes en sus paneras. Ya por los años 90 la pastelería se suma a su porfolio de productos con una ampliación de las instalaciones y la creación de puntos de venta gracias a la buena aceptación por parte de su clientela.
En el 2000 se incorpora la cuarta generación, Yaiza y Cristo, son los que están al frente del negocio familiar con la misma pasión por la profesión y la recuperación de procesos del pasado. “Hemos modernizado los obradores y seguimos centrados en mantener los mismos valores transmitidos por generaciones en nuestros puntos de venta” nos cuenta Cristo Rodríguez.
Carácter familiar
Cuentan con un equipo humano de ciento diez personas entre obradores, puntos de venta, repartidores, servicio técnico, logística, servicio de limpieza y administración. La empresa sigue manteniendo el carácter familiar con el que nació y son unas doce personas del entorno familiar las que trabajan en la empresa con una jornada que empieza sobre las cuatro de la mañana con el turno de obrador de panadería. Cristo nos explica que comienzan por elaborar los panes de molde debido a su largo tiempo en el horno, para seguir con las referencias tipo barra y las que llaman masas hidratadas que son aquellas a las que aplican una hidratación superior al 70%, mezclando tres tipos de harina con la aportación de su Levain Pulido (masa madre líquida). A estas masas les dan un reposo en bloque de entre 40 y 60 minutos dependiendo del formato, que van desde piezas de 30 a 300 gramos. Seguidamente pasan a formar los panes de masa madre que ya han sido amasados el día anterior y que se encuentran en frío. De las masas madres Levain Pulido (líquida) y MamaLala (sólida) parten todos sus panes de fermentación lenta. “El nombre viene del apodo cariñoso que daba la familia a Adelaida, abuela de la cuarta generación de panader@s” señala Cristo. A continuación, elaboran las masas tipo brioche para sus panes de hamburguesa y perrito con cuatro tipos de sabores: clásica, carbón, algas y remolacha. Por otro lado, forman los panes especiales cómo el pan de Huevo, pan de Gofio, pan de Chorizo y Miel o todo un clásico en sus paneras cómo es el pan de Papas, todos ellos elaborados a partir de materias primas de cercanía.
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